Fuente: Cadena azul y blanca
lunes, 4 de octubre de 2010
Resistieron el ataque montonero
Tenían, casi todos, 21 años. También Mayol, el de pantalones marrones, tirado bajo el único lapacho florecido en ese sector del cuartel. Lo acababan de reventar a tiros, pero cada soldado y cada oficial que pasaba a su lado volvía a tirarle. Al pecho, a las piernas, a cualquier lado. Lo importante para ellos era descargar la ira y el miedo (o la pólvora, que suele parecerse a la ira y al miedo) sobre el cadáver de ese soldado topo, ese que durante meses se había vestido como ellos, había comido y dormido con ellos, pero que ahora, ahora que todo había terminado, se revelaba como el montonero que los había entregado.
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