domingo, 31 de octubre de 2010

Un muerto sin derechos

Cuando algunos sectores del Frente Amplio y grupos sindicales (que es más o menos lo mismo), asumen el papel de Júpiter tronantes para denunciar el feroz atropello que supone para los Derechos Humanos la Ley de Caducidad, lo hacen desde una óptica estrictamente política y limitada en el tiempo y el espacio. No son los derechos humanos de carácter universal, plasmados en el mundo por el pensamiento liberal e inherente al individuo allí donde ella se encuentre, la causa de sus desvelos; para ellos son sólo las aberraciones cometidas por la dictadura uruguaya y nada más.
No se trata de una cuestión de principios, de defensa del ser humano. Hay una cuota de venganza, por una prédica de años destinada a exacerbar ese sentimiento; hay un factor ideológico muy fuerte, de cuño totalitario, donde el pueblo no decide sino simplemente acata la voluntad de unos pocos. Y hay, además, una adecuada bandera de agitación política, muy aceptada por un mundo de incautos. Jamás se ha visto una condena por episodios similares ocurridos en Cuba, China o cualquier país de la vieja época comunista. Para ellos, el silencio y la indiferencia.

Fuente El País digital

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