Hasta en su muerte tuvo viento de cola, como si la hubiese planeado.
Es de suponer que nadie desea su propia muerte, pero pareciera que hubiera sido programada como todo lo que hizo en su vida.
Recientemente, estuvo de visita en Río Gallegos, ciudad que hacía mucho no visitaba, donde había tenido una movida como si “lo fueran”. Anunció que cambiaría ¡otra vez! su domicilio a Santa Cruz.
¿Fue una despedida en vida? ¿Una premonición?, porque allí será su última morada.
M.F.
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