viernes, 8 de octubre de 2010

San Héctor Valdivielso Sáez, primer santo argentino

El historiador Vicente Cárcel Ortí, considerado el más autorizado experto en el estudio de la persecución religiosa sufrida por España entre 1931 y 1939, dice en su obra "Mártires españoles del siglo XX" que los mártires de Turón "no fueron víctimas de una acción bélica, ni de una represión política, sino que murieron a causa de la persecución religiosa desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España, como señaló Gregorio Marañón al referirse a la llamada revolución de Asturias de 1934".
Héctor llegó a Turón, donde comenzó a enseñar y defender los principios de la familia, de la moral cristiana y de la doctrina católica en general. El 5 de octubre de 1934 lo sorprende allí la revolución de Asturias, movimiento insurreccional ateo y comunista, encabezado por los mineros y campesinos de aquella región, suerte de prólogo a la terrible guerra civil que estallaría menos de dos años después.

El martirio
Una detonación marcó el inicio del levantamiento, señal acordada por los rebeldes para lanzarse armados a las calles.
“Si bien el clima político era propicio a este tipo de alzamiento, en la zona de Turón, la gran presencia de comunistas conquistó para la comunidad el apelativo de ‘Turón rojo’” Ese mismo día, milicianos revolucionarios tomaron por asalto el colegio cuando los hermanos se hallaban en el ofertorio del Santo Sacrificio de la Misa. Revolvieron todo en busca de armas y, al no encontrarlas, se llevaron a los religiosos a los golpes hasta la Casa del Pueblo. El hermano Cirilo, director del establecimiento, preguntó a que se debía aquello pero una andanada de insultos lo hizo callar.
Los religiosos fueron alojados en lóbregas y obscuras prisiones, junto a otros catorce detenidos. “Dormían en el suelo. No les vi quejarse en ningún momento y estuvieron todo el tiempo rezando y muy recogidos...Eran magníficos, eran unos santos...” diría años después uno de sus captores.
Tres días permanecieron allí, privados de agua y comida, severamente vigilados, sin dejar de orar un solo instante, soportando todos los insultos y humillaciones a que fueron sometidos.
Hasta que llegó el terrible momento.
En la madrugada de 9 de octubre la puerta de la prisión se abrió de golpe. Los hermanos fueron sacados a la calle y obligados a caminar de dos en dos rumbo al cementerio, siempre apuntados por sus captores. Iban resignados y silenciosos pero decididos y animados. Al llegar, vieron ocho siniestras fosas que los comunistas habían abierto la noche anterior. Colocados junto a ellas, aguardaron unos instantes a que el enterrador llegase con las llaves, y a la orden de su jefe los verdugos apuntaron e hicieron fuego.
Uno a uno fueron cayendo, el padre pasionista Inocencio de la Concepción y los hermanos lasallanos Aniceto Adolfo, Augusto Andrés, Victoriano Pío, Julián Alfredo, Marciano José, Cirilo Beltrán, Benjamín Julián y Benito de Jesús (San Héctor Valdivielso), todos ellos beatificados por su S.S. Juan Pablo II el 29 de abril de 1990 y canonizados el 21 de noviembre de 1999 en una gran ceremonia que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro.

No hay comentarios: