Esto gritaban los intolerantes de siempre, mientras se velaba el féretro que supuestamente contenía el cadáver de Néstor Kirchner. (¿Alguien vio el cadáver?)
Pero no eran gritos aislados. Eran gritos coreados a instancia de algún “director de orquesta” que dirigía la batuta. Y el coro, también hacia estridente rechifla cuando alguien que no era del agrado de la pandilla de kirchneristas. No importaba que el escenario fuera la histórica “Casa Rosada” y que en el momento se realizara una ceremonia fúnebre.
Pero los integrantes de este “coro” deben ser tolerados, por su incapacidad o por su “necesidad”, ya que los mismos, pertenecen al grupo de “arreados” mediante planes sociales y subsidios, y trasladados desde distintos puntos del país, en transportes fletados por la banda de Kirchner.
Los intolerantes son los que dicen sufrir la muerte de su líder y ni por un instante dejan de mostrar su intolerancia.
Intolerancia que se elevó a su enésima potencia por parte de la “acongojada viuda”, quien para no tener de anfitrión a su Vicepresidente, Julio Cleto Cobos, se negó a que el Diputado de
Si éste es el comienzo de la etapa post Kirchner, tristes y sangrientos días se avecinan…
Orlando Agustín Gauna
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