Una cultura de la exclusión no sólo condena a mucha gente a la penuria cotidiana más básica. También configura un país para el que jamás alcanza ninguna reconciliación. Duhalde, que ungió la candidatura de Kirchner en aquel ominoso 2003, no pudo despedirlo en su féretro. Balbín, perseguido y encarcelado por el Perón despótico de los años 50, fue abrazado por el caudillo cuando a éste se le terminaba la vida.
El líder radical se proclamó
“viejo adversario”
cuando, ante el féretro de Perón,
lo despidió como “un amigo”.
Eso hoy no parece posible enla Argentina
y la trayectoria de Kirchner
mucho tiene que ver con esta constatación.
“viejo adversario”
cuando, ante el féretro de Perón,
lo despidió como “un amigo”.
Eso hoy no parece posible en
y la trayectoria de Kirchner
mucho tiene que ver con esta constatación.
Por Pepe Eliaschev
Fuente Perfil
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