El cachetazo es otra prueba del cambio
Carlos Kunkel tenía fama de pesado, fama de la que no podía desprenderse, por lo que fue su actividad violenta durante una etapa que el gobierno trata con subjetividad: castiga a quienes evitaron el triunfo subversivo y respalda a quienes perdieron en el terreno de las armas e intentan revertir esa derrota con otras formas de combate: la cultura y el negocio comercial con que se explota un asunto que merece otro tratamiento, es decir, los derechos humanos. Ahora surgen y se extienden temas impensados hasta semanas atrás. Limitados a algunos libros y comentarios mediáticos consignados con una exasperante brevedad, hoy ya iniciaron el camino para instalarse en la sociedad. Comienzan con una cierta timidez pero se fortalecen con el correr de los días. Por ejemplo, ya no se habla del robo sistemático de bebés, simplemente porque eso no existió. Por ahora, en vez de reconocerlo, se lo calla y el tema será motivo de aclaraciones que primero deberán soportar reiteraciones que se conocen como mentirosas. Por: Carlos Manuel Acuña
Fuente: Informador Público
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