sábado, 15 de enero de 2011

Obediencia debida sin punto final

…en “Kirchnerlandia” todo es felicidad y la inflación es un “reacomodamiento” de precios, la inseguridad una “sensación” y el crecimiento de las villas miseria un “asentamiento” temporario. En términos más sencillos, se coparticipa de las pérdidas a toda la sociedad. Más llano, la fiesta la pagan todos y, peor aún, los más pobres y en dólares.
El gobierno de Cristina de Kirchner convirtió compulsivamente al Banco Central en una ventanilla más de la administración central.
Ya lo había hecho a comienzos de 2010 cuando se apropió de 6.500 millones de dólares de las reservas para el pago de la deuda, aunque en aquella oportunidad la tenue resistencia del entonces presidente del BCRA Martín Redrado hizo poco para evitarlo. Luego, la presión del mercado -tenedores de deuda- empujó a Redrado y dejó el terreno libre para que la Casa Rosada manoteara el respaldo del peso y debilitara aún más el signo monetario nacional.
Cuando el Palacio de Hacienda y la Casa Rosada lo requieran, el BCRA estará al servicio del monumental déficit fiscal de la administración Kirchner y de las necesidades electorales. 
Por Miguel Ángel Rouco
Fuente: El Tribuno

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