Donde no hay justicia no hay orden y sin orden es imposible la convivencia en una sociedad como la nuestra, que padece de varias deficiencias, pero a la que en los últimos tiempos se le ha agregado la inacción del Estado como ordenador y corrector de los desvíos sociales.
Hay jueces que se animan a disponer los desalojos, pero la policía manejada por el poder político que tiene miedo de cargarse un muerto, no obedece.
El país, entonces, pasa lentamente a manos de los ilegales, de los ventajeros, de los vivos, de los comerciantes del orden, de los caratapadas que con palos amedrentan, de los salvajes que por dos pesos (o solo el gusto de matar) se cargan a un padre de familia, a la mamá o a la familia completa. Total, no hay jueces que ordenen, con los Códigos en la mano, a una sociedad atravesada por el comportamiento anárquico de grupos organizados, amparados en la mayor parte de los casos por políticos de tan baja calaña como ellos.
Por Ruben Lasagno
Fuente: Tribuna de Periodistas
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