Según relató a Clarín un amigo íntimo del piloto, la posibilidad de volar un Challenger 604 era imperdible para Miret por las dimensiones y la calidad de ese avión que es de los pocos y exclusivos jets privados que pueden cruzar el océano con una sola recarga de combustible. Esta misma fuente aseguró que Gustavo Juliá lo convocó un mes antes para este viaje con el argumento de que llevarían al nuevo dueño de la nave y traerían de vuelta a la familia. Se trataba sólo de tres días en Barcelona, una ciudad que nunca había conocido.
Después de varias fechas de salidas pospuestas, el 31 de diciembre Miret recibió un mail de los Juliá en el que le confirmaban que despegarían al día siguiente a las 20.44 desde el Aeropuerto de Ezeiza. Según este relato, uno de los trabajos de Miret era preparar el plan de vuelo, la documentación y los avisos en la escala y en el destino. Juliá le aclaró: “No te preocupes por Ezeiza, no hay que hacer nada, está todo arreglado”.
Después de varias fechas de salidas pospuestas, el 31 de diciembre Miret recibió un mail de los Juliá en el que le confirmaban que despegarían al día siguiente a las 20.44 desde el Aeropuerto de Ezeiza. Según este relato, uno de los trabajos de Miret era preparar el plan de vuelo, la documentación y los avisos en la escala y en el destino. Juliá le aclaró: “No te preocupes por Ezeiza, no hay que hacer nada, está todo arreglado”.
Fuente: Clarín
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