“Yo también robo para la corona, solo que mi rey no es Carlos Menem sino Alberto Fernández”. Quien habla con ese desparpajo que le supone la intimidad es Eduardo Roust, un polémico y verborrágico personaje que después de trabajar junto a Carlos Ruckauf aterrizó con muchos problemas económicos en el área de prensa del entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández, y hoy aquella estrechez de dinero es solo un recuerdo feo pero pasado.
En el Country Highland, Eduardo Roust se jactaba de haber climatizado una pileta de natación para recepcionar a dos invitados de lujo de acuerdo a las circunstancias del encuentro. Uno de esos invitados, Sergio Schoklender; el otro, el siempre impune dirigente gremial de los encargados de edificios, Víctor Santa María.
Por Jorge D. Boimvaser
Fuente: Tribuna de Periodistas
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