De nuevo esta allí ante las cámaras que la hacen sentir la diosa suprema de los argentinos.
Con la soberbia brotando por sus poros tratando simular una humildad que no siente.
El tiempo de duelo ha pasado, cada vez más le cuesta fingir un dolor que nunca sintió, sólo fue la explicable angustia de la pérdida de su cómplice y jefe.
Ya no hay en sus ojos esas lágrimas falsas, puede ser también la falta de un pañuelo blanco para enjugarlas, ese tan oneroso que en forma teatral depositó sobre el misterioso ataúd cerrado.
Cual mujer empujada por la imperiosa mano del destino, acepta como sacrificio inevitable ser la candidata.
Transformando el acto que debía rendir honores a la Enseña Patria y a Belgrano las hordas kirchneristas pisotearon pabellón y creador.
Justificando su derecho a estar frente al Monumento, exaltó sus propios valores dejando en segundo plano los nacionales.
Desde hora temprana llegaron cargados en ómnibus sus seguidores alquilados desde otras provincias que ocupando lugares estratégicos con insultos y violencia no permitieron que hubiese más orador que ella.
Así en día gris no hubo Jura de la Bandera, así humilladas Patria y Bandera fueron oprobiosamente mancilladas por la ambición desmedida de Cristina Fernández viuda de Kirchner.
La misma que ahora aprovecha la transmisión en cadena nacional para lanzar su candidatura.
Los aplausos de los obsecuentes presentes le hacen confesar sin pensar que en el mismo momento que velaba a su esposo decidió comenzar a trabajar para tratar de ser reelecta.
Tal confesión la deja al descubierto, ropas negras y lágrimas se transforman en parte de una tramoya infernal donde todo un gobierno baila alrededor de un muerto mientras el país está en llamas.
Resuenan aún los aplausos serviles de aquellos que han llenado sus bolsillos, resuenan cual teclas de calculadoras, sumando a sus arcas insaciables lo que le restan al pueblo.
Ya nadie recuerda a Hebe ni a Sergio esta vez ausentes, todos piensan sin decirlo que son dos menos para el reparto.
Allí está ella como siempre, ya no esconde su dureza ni disimula su ambición ante las cámaras de televisión.
Habla con la hipocresía suficiente para captar los votos y calmar las conciencias de los cómodos e indiferentes, casi segura de su triunfo.
Como no estar tranquila si ayer agravió el Símbolo que nos identifica como Nación ante la pasividad de todos, incluyendo oposición y medios de comunicación.
Desde ayer la República está en estado de coma con probable fecha de defunción en el mes de Octubre.
Sólo puede salvarla el despertar de los argentinos que con su voto destierren para siempre este ignominioso gobierno.
Por eso rogamos ¡Señor ten piedad de nosotros!
Dario
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