Resulta curioso que, casi sin excepciones, las crónicas periodísticas de estos días sobre el escándalo Schoklender dejan siempre a salvo la honestidad de Hebe de Bonafini y de la comisión directiva de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Esto ocurre tanto en los medios ultraoficialistas como en los independientes, que durante estos ocho últimos años vienen soslayando la conversión política y económica de las Madres. En lo político, se integraron al kirchnerismo como militantes, cuando es sabido que una ONG no debe adoptar posturas partidarias (la misma ley que las regula se lo prohíbe).
Por Guillermo Cherashny
Fuente: El informador Público
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