Cristina le declaró la guerra a la Policía Federal tras las muertes de Villa Soldati. Puede ser un búmeran.
Cuando de despilfarrar en tiempo récord un capital político impresionante se trata, la presidenta Cristina Fernández no tiene muchos rivales. Acaso la razón por la que ha sido tan insólitamente accidentada la trayectoria trazada por su índice de aprobación consiste en que buena parte de la ciudadanía quiere ver en ella una estadista moderada y capaz, pero una y otra vez se las arregla para defraudarla.
Puede que se hayan equivocado quienes susurran que, de haber estado Néstor Kirchner a su lado, Cristina hubiera manejado la situación de manera más coherente, pero el que muchos hayan comenzado a pensar que la ausencia del prócer ya está socavando “la gobernabilidad” es ominoso. También lo es que haya terminado de manera tan abrupta el “estado de gracia” o “efecto luto” que, por un rato, había transformado a Cristina de una patita renga cuya gestión finalizaría indefectiblemente el año que viene en una presidenta que tenía la reelección virtualmente asegurada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario