La naturaleza del hombre suele expresar situaciones extremas y obviamente distintas y opuestas. Por ejemplo, van desde la valentía a la cobardía, de la lealtad a la traición, de la honestidad al robo o la estafa y, finalmente, del comportamiento patriótico y desinteresado a la plenitud del egoísmo. Esto significa lo pequeño pero relevante en cuanto a la maldad oculta entre los pliegues de una conducta que no pudo suplir la formación recibida. Hace unas horas, cuando la virtud argentina se manifestó en el estoicismo y firmeza espiritual de militares perseguidos por haber triunfado en el terreno de las armas en defensa de la Nación, hubo una excepción que perseguirá de por vida a quien la produjo y marcó una anécdota dolorosa en el historial de nuestras Fuerzas Armadas. Eludir la verdad y afirmar la mentira para escapar a las consecuencias políticas devenidas por esa victoria ejemplificadora, merece un calificativo que dejamos al ejercicio de la moral por parte de nuestros lectores.
El 29 de diciembre, último día del juicio en los tribunales de Córdoba (TOF Nro. 1) contra el Teniente General Jorge Rafael Videla y otros militares y policías que combatieron al terrorismo marxista, el capitán (retirado) Pablo D´Aloia (imputado pero con pedido de absolución por parte del Ministerio Público Fiscal) aludió en su alegato a lo que le enseñaron en la Escuela Superior de Guerra: “independencia de juicio, independencia de criterio y libertad de opinión”. Evidentemente debe haber sido un mediocre oficial de estado mayor pues lo que se inculca en ese Instituto Superior del Ejército es independencia de juicio, libertad de criterio y honestidad intelectual, que no es lo mismo que libertad de opinión, y menos cuando ésta es “deshonesta” e inducida por la traición.
Su abyección rastrera e infame, más que sus convicciones, llevaron al oficial mencionado a ponderar y agradecer a los jueces y fiscal las“garantías constitucionales” que le permitieron la absolución. Este gesto nos permite compararlo con Judas, cuando por treinta monedas de oro entregó a su Divino Maestro… hoy D´Aloia, legitimando a un tribunal revolucionario y un juicio popular implementado por un verdadero terrorismo jurídico, “besa” arteramente las mejillas de sus ex compañeros de trinchera. Digno discípulo de Martín Balza.
La actitud complaciente, obsecuente y melosa hacia los magistrados por parte de este ex “comando” y “paracaidista” se manifestó elocuentemente cuando se refirió al padre del fiscal, detenido en aquellas épocas, como “preso político”. Se olvida que en esa guerra los detenidos lo eran por ser terroristas o sospechosos de serlo. Y si en este caso no fue así … ¿por qué calló entonces? ¿Comparte entonces las acusaciones contra sus ex camaradas, supuestos genocidas o criminales de lesa humanidad? ¿Por qué continuó su carrera compartiendo destinos militares, fogones, lanzamientos en paracaídas, combates y estudios con “semejantes asesinos”?
Al término de su alegato final fue lógicamente increpado por varias personas, amigos y familiares de sus ex “camaradas de armas”, hoy presos políticos. La calificación de “traidor” para este pigmeo moral resonó en el tribunal. La respuesta del infame D´Aloia demostró que poco le sirvieron las enseñanzas del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Superior de Guerra: “Yo no estoy en un gremio y defiendo mi cuero”, dijo tembloroso en su intento por justificarse.
Ahora, absuelto por jueces prevaricadores y agradecido por una libertad posiblemente negociada, a este cobarde, si aún le queda algo de honor, sólo le resta devolver las boinas verde de “Comando” y roja de “Paracaidista”. En su cabeza solo cabe lo mismo que le cupo al Iscariote en el árbol e imitarlo…y si no… continuar en esta vida serpenteando el camino de los miserables.
Por Carlos Manuel Acuña
Observación: Para conocer su alegato hay que entrar a Google, El Diario del Juicio, Ultimas palabras de D´Aloia.
1 comentario:
Carta a Carlos Manuel Acuña:
La única manera de conocer la verdad es: Tener capacidad de análisis, independencia de pensamiento y conocimiento.
Los adjetivos con los que valora al Sr. D’Aloia, prácticamente intentan tener un valor persuasivo vasados en juicios de valor que no terminan de esclarecer los hechos.
Afirmar una serie de causalidades como las detalladas por Ud. “traición, estafa, trayectoria rastrera, infame, pigmeo moral, etc., además hizo una analogía de Judas y Jesús, comparando al Sr. D’Aloia con Judas y por ende al ejercito con Jesús (hecho muy presuntuoso, que nos aclara su pensamiento).” La libertad el precio de la traición”, Ud. al titular el artículo, no pensó que podría ser una actitud de reconocimiento moral por parte del Sr. D’Aloia?, que el silencio y la traición son también códigos que usan las mafias?, vaya casualidad, los códigos mafiosos también validan su fuerza a través de las armas.
A continuación le facilito información que está al alcance de todos, el análisis seguramente sorprenda a muchos, la realidad siempre es una.
El exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad, no tiene excusa racional alguna.
Como ejemplo le paso los genocidas de éste último siglo XX, y la pregunta surge sola: Cuántos de éstos genocidas fueron de profesión militares??. Es aquí donde tiene que buscar la respuesta y no en las situaciones que son consecuencia del acto principal, más del 90 % de estos genocidas (reconocidos mundialmente) fueron militares. Lo verdaderamente valioso en éste análisis es que no aportaron mejoras al mundo, sino que lo dejaron preparado , para más armas, más asesinatos y más destrucción.
Adolf Hitler (Alemania, 1939-1945 asesinatos de civiles en campos de concentración)
Jozef Stalin (URSS, 1932-39 las purgas y las hambrunas forzadas en Ucrania)
Mao Ze-Dong (China, 1958-61 y 1966-69, genocidio del Tibet 1949-50)
Francisco Franco (España, 1939-1975 disidentes ejecutados después de la guerra civil
Augusto Pinochet (genocidio del pueblo Chile, 1973)
Benito Mussolini (genocidio Etiopía, 1936 y en Yugoslavia)
Idi Amin (Uganda, 1969-1979)
Saddam Hussein (Iran 1980-1990 y Kurdistan 1987-88)
Mullah Omar - Taliban (Afganistán, 1986-2001)
Kim Il Sung (Corea del Norte, 1948-94 purgas y campos de concentración)
Ismail Enver (Turquía, 1915-20 genocidio de armenios (1915), griegos (1916-22), asirios (1915-20)
Jean Kambanda (Ruanda, 1994)
Rafael Videla (Argentina, 1976-83)
Richard Nixon (Vietnam, 1969-1974)
Fidel Castro (Cuba, 1959-2008)
Vladimir Ilich Lenin (URSS, 1917-20 disidentes ejecutados)
Khomeini (Iran, 1979-89)
Jonas Savimbi (Angola, 1975-2002)
Slobodan Milosevic (Yugoslavia, 1992-96)
Papa Doc Duvalier (Haiti, 1957-71)
Robert Mugabe (Zimbabue, 1982-87)
Tito (Yugoslavia, 1945-1987)
Leonid Brezhnev (Afganistán, 1979-1982)
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