En la madrugada del 12 de marzo de 1960, durante la presidencia de Frondizi, un comando del Movimiento Peronista de Liberación Uturuncos hizo estallar una bomba en la casa del mayor David Cabrera.
En el atentado murió Guillermina, hija menor de Cabrera, y él, su esposa y sus otros dos hijos, de cinco y seis años, sufrieron gravísimas heridas.
Si bien ninguna víctima de la violencia que asoló la Argentina debe ser olvidada, son demasiados los muertos cuya inocencia absoluta no es necesario probar, y que jamás han sido reconocidos oficialmente por ningún gobierno o ninguna organización de derechos humanos.
Nuestros legisladores realizarían una gran contribución a la verdad, la pacificación y la concordia si se instituyera un Día de las víctimas del terrorismo.
Y qué mejor que el 12 de marzo, para que en nuestra memoria colectiva siempre recordemos el cruento atentado terrorista que inició la espiral de violencia más sangrienta de nuestra historia, y que se llevó la vida de su primera víctima: una niña de tres años,
Guillermina Cabrera
Por Manuel Pedro Fraga
DNI 12.361.798
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