En el origen de la tormenta mediática que se ha abatido sobre el Secretario de Estado del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, hay una simplificación, a menudo alimentada por los medios de comunicación, que lleva a confundir la pedofilia con la efebofilia.
De ello está convencido el profesor Tonino Cantelmi, que es Presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos (AIPPC), y enseña Psicopatología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
En declaraciones a ZENIT, el psicoterapeuta apunta a los agentes informativos como causantes, en parte, del equívoco: “La confusión que se ha hecho al equiparar la pedofilia con la homosexualidad, creo yo, la habéis provocado un poco vosotros, los periodistas”.
“A menudo se lee: sacerdote acusado de pedofilia por haber abusado de un chico de 13 años. ¡Pero esto no es pedofilia!”, afirmó.
“Seguramente – añadió Cantelmi – el cardenal Bertone se refería a la efebofilia, es decir, a la atracción sexual hacia los adolescentes, de edades comprendidas entre los 11 y los 17 años”.
“Y los abusos cometidos por miembros del clero tienen que ver sobre todo con menores post-púberes, y tienen como protagonistas a las personas homosexuales”, explicó.
“Por honradez debemos decir que la pedofilia no tiene nada que ver con la homosexualidad – prosiguió –. La pedofilia es una enfermedad, una perversión grave que no está ligada a la orientación sexual”.
Además, prosiguió, “la causa de la pedofilia no es el celibato. Lo que desencadena la pedofilia es un trastorno de la personalidad que a menudo es de tipo narcisista, maligno, ligado a personas muy manipuladoras, de perfil antisocial y sádico”.
El profesor Tonino Cantelmi afirmó además que la comunidad científica internacional es unánime sobre este punto: “no hay ninguna prueba que pueda demostrar que el celibato esté en el origen de la pedofilia. El celibato no tiene nada que ver”.
“Tanto es así que, de los 10.000 pedófilos activos en Italia, la mayor parte está formada por heterosexuales y por personas que tienen familia”, concluyó.
Por Mirko Testa, traducción del italiano por Inma Álvarez
ROMA, viernes 16 de abril de 2010 (ZENIT.org)
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