jueves, 22 de abril de 2010

FUSILARON A CRISTO…

El monumento original fue construido por suscripción pública, salvo la figura de Jesús que fue donada por Juan Mariano Goyeneche. Se inauguró el 30 de Mayo de 1919 por el Rey Alfonso XIII. El monumento que hoy se puede ver en el mismo lugar fue reconstruido por el Estado español después de la Guerra Civil.


En la iglesia, la penumbra apenas si había cambiado un poco.

El hombre volvió a mirar hacia el altar pero esta vez, el Nazareno, de alguna forma misteriosa ya no aparentaba estar tan dolorido.

A pesar de sus llagas, a pesar de sus heridas, a pesar de la sangre que se derramaba por su cuerpo, a pesar de esa posición virtualmente imposible en la que lo habían clavado, hasta pareció en un momento que una fugaz y muy tenue sonrisa había viajado de ese rostro coronado de espinas hacia el hombre que seguía frente al altar.

“...no saben lo que hacen...”

Esta vez el que sonrió fue el hombre, pero su sonrisa fue amarga. ¿Qué no saben lo que hacen? ¡Por Dios! ¡Lo saben perfectamente!

Allá afuera todo el país, toda España está en llamas. Se están matando a mansalva. Los que no creen masacran a los que creen y los que creen se dedican a liquidar a los que no creen. Y, por supuesto, todos se acusan mutuamente de haber tirado la primera piedra. Y por supuesto, todos le echan toda la culpa al otro. Y, por supuesto, todos afirman que la atrocidad cometida no es más que una justa represalia por la atrocidad sufrida.

Y en el medio están todos aquellos a los que les importa un bledo que España entera haya terminado crucificada a balazos, a cañonazos y a bombazos porque esos ríos de sangre supuestamente son para demostrar lo supuestamente excelso de una supuesta idea; o supuestamente para salvar lo que se supone que aún queda de sagrado en una carnicería en dónde lo único que realmente hay en juego es el hambre de Poder de todos los participantes principales.

“... perdónalos, no saben...”

¿Qué no lo saben? ¡Es imposible que no lo sepan! Lanzan discursos anunciando lo que harán. Después se vanaglorian de haberlo hecho. Incluso lo hacen en forma reiterada. Lo hacen todos los días. Hasta se les ha vuelto un hábito.

Además...

Además, todos lo venimos haciendo desde hace miles de años...

“... perdónalos...”

Afuera, de pronto se escuchó la voz de mando de una mujer y el silencio de la iglesia estalló en mil pedazos por el tronar de ocho disparos gatillados simultáneamente.

El hombre escondió la cara entre las manos.

Era el 28 de Julio del año 1936.

Afuera, en el Cerro de los Ángeles, en el casi exacto centro geográfico de España y a apenas unos kilómetros de Madrid, un pelotón de milicianos del Frente Popular Republicano había consumado un fusilamiento tan sórdido como imbécil.

Fusilaron a Cristo.

Levantaron sus fusiles, apuntaron y fusilaron el monumento al Sagrado Corazón de Jesús que había sido erigido allí en 1919.

Luego, el 7 de Agosto, lo dinamitaron.

Sin embargo, Dios no detuvo el reloj del Universo. No se vengó de quienes lo habían fusilado.

Al día siguiente, simplemente permitió que volviese a salir el sol.

Cuando los deicidas vieron ese sol, quizás comprendieron que habían fracasado después de todo.

Porque los deicidas siempre fracasan. Están condenados a fracasar.

Fuente: Prensa Nacional Alternativa

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