Daniel Ceresa*
En estos día a renacido una realidad que estaba tapada, la imposibilidad de mantener oculto el crecimiento de los trabajadores no registrados, comúnmente conocido como empleo en negro.
Situación laboral que no afecta a todos los sectores por igual, están los que quieren iniciarse en la vida laboral y el sector mas grave, aquellos que pasaron una parte de su vida laboral activa y hoy por tener mas de cuarenta y cinco años no pueden reinsertarse, sin que a nadie le importe si tiene una familia a su cargo.
En la crisis iniciada afines del 2000 con su pico en el 2 do. Trimestre del 2003 donde entre desempleo y subempleo se llegaba al 50 % de la población económicamente activa, existía una paridad entre trabajadores registrados y no registrados.
En el trimestre siguiente los indicadores comienzan lentamente a disminuir, pero desarrollando una actividad económica diferente, esta sustentada en la reactivación industrial y la construcción, dejando relegada a miles de personas que ocupaban puestos administrativos y prestadores de servicios no productivos.
Aunque la relación entre empleo formal e informal fue cambiando, mejorando la del empleo registrado, nunca el no registrado disminuyó el 30 %.
Nuevamente ante la crisis, los indicadores de desempleo y subempleo van aumentando 4º T 2008 y por ser datos del INDEC, sabemos que la sensación de problemática laboral que existe, es una realidad y con el tiempo no podrá ocultarse en los indicadores sociales.
Si bien la distribución poblacional comprende a menores de 40 años como mayoría y al analizar
Indicador engañoso, ya que si bien los adultos, mayores de 45 años representan aproximadamente el 25 %, muchos ante la discriminación y exclusión no buscan empleo, no son incluidos en las estadísticas y las oportunidades se dan en trabajos en negro, realizando tareas diferentes a su capacitación y experiencia.
También en este sector etareo la mitad tiene una familia a su cargo, implicando tener que darle vivienda, alimentación, seguridad, educación, servicio de salud, donde la meta nos es sobrevivir o subsistir, sino alcanzar una mejor calidad de vida, como jefe de familia y apoyo para la realización futura de sus hijos.
En los distintos niveles del Estado, están surgiendo programas ante esta crisis, en general no hacen diferencia entre las personas, si bien con mejores indicadores de empleabilidad, estaría bien, pero hoy no es lo mismo un padre de 50 años sin trabajo o no registrado y su hijo de 20 años con problemas de empleo.
Aquí reside la gran carencia de políticas públicas, ese adulto que fue empleado y hoy no tiene empleo o puede ser despedido, quedará sin oportunidades laborales de hacer frente a sus obligaciones como padre o madre a cargo de una familia, comenzando un proceso destructivo personal y familiar que de prolongarse en el tiempo es irreversible.
Otros países cuentan con fondos de desempleo que dan una cobertura de subsistencia a una familia de clase media, hay oficinas públicas abocadas a buscarle un empleo a esas personas, algo que en nuestro país no existe, continuamos bajo la formación neoliberal de ocuparse el Estado en atender la demanda de las empresas y desconocer la capacitación y edad de la oferta que reclama un empleo decente y dar asistencialismo al indigente.
Tampoco luego de mas de una década de indicadores de desempleo que superaron los dos dígitos o cercanos a ellos y agregando el subempleo demandante, miles de personas que promedian los 50 años tienen que esperar hasta los 60 o 65 años para cumplir con la edad jubilatoria, pero a muchos les faltarán años de aportes, sus vidas se trasforman en un martirio, que los destruye de apoco al igual que su grupo familiar.
Así nos encontramos que estas personas que tuvieron una vida laboral activa durante dos o tres décadas, hoy están a la deriva y en caída libre, un tobogán que muy pocos podrán remontar.
Por ello es urgente que el Estado asuma sus obligaciones constitucionales, oportunidades reales de empleo y sino puede cumplirlas reconocerles hoy, no dentro de diez años, una jubilación básica hasta que lleguen a la edad y pueda determinarse su haber jubilatorio.
No es lo esperado, ya que un país sin cultura efectiva del trabajo no dignifica a las personas, ni se desarrolla, pero estas podrán seguir insertas en la sociedad y no corridos de ella, ser participes en el mantenimiento y conductores de sus familias.
* Coordinador, Grupo de Reinserción Laboral + 45
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