Salta, tierra de corazones congelados
Desde ya que el título no alude al general Güemes ni a sus infernales. Tampoco, a los bravos soldados salteños de Manchala, a los treinta y tres comprovincianos que ofrendaron su vida en el Atlántico Sur o a los que defendieron su ciudad frente a las huestes de Felipe Varela.
Eso pareciera que pasó hace una eternidad, cuando Salta era otra y otros los salteños. ¡Cómo habrán cambiado las cosas! Para que, sin chistar, desde el gobernador hasta el último diputado o concejal hayan tolerado y hasta promovido las humillaciones y afrentas que a la salteñidad hace, el actual e impresentable Gobierno de la Nación. Por si hay algún distraído, de lo que estoy hablando es de la destrucción ordenada del Monumento al Combate de Manchalá. Como mínimo, ¡una mísera declaración en contra sería pertinente! Los “gauchos de Güemes”, que con su presencia en la inauguración del monumento avalaron la necesidad y la justicia del mismo, ¿por qué enmudecen ahora que ordenan su destrucción? Será que, como consuelo de borregos que no reconocen su condición, no nos queda más remedio que añorar lejanos laureles y decir, como dice el tango: “¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos! Eran otros hombres más hombres los nuestros...”.
Ing. Mario Cabanillas,Tte. Cnel. Belisario Saravia, Fernando Aráoz, Tte. Cnel. Raúl de la Torre, Prof. Mauricio Ortín, Sergio Bassani.
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