La consolidación del proceso democrático reanudado a partir de diciembre de 1983 requiere una ferviente vocación de los sectores significativos del país para hallar la unión nacional y la paz interior. Sin este requisito básico no tendremos la seguridad de haber superado los enconos, los enfrentamientos fratricidas y las viejas y estériles disputas del pasado.
En este sentido, es urgente concluir con los juzgamientos y el revisionismo de la reciente GUERRA con la que se abatió el accionar subversivo en la República, iniciado en la década del sesenta, y que produjo un triste y cruel baño de sangre en la sociedad argentina.
La exigencia de la hora impone levantar las miradas de los proyectos con criterios superiores, con visión de estadistas, tanto para quienes tienen responsabilidades ejecutivas como para los que deben legislar.
En nuestra patria existen muchos ejemplos históricos en que dirigentes se empinaron sobre los intereses de facción y actuaron en un plano superior con la mirada generosamente puesta en el interés general.
Si no alcanzamos estos objetivos no habrá verdadera concordia social ni justicia ni progreso, y más allá de expresiones retóricas voluntaristas la democracia no sentará sus reales por mucho tiempo en el suelo patrio.
Leopoldo Bravo
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BERGOGLIO QUIERE UN ESTUDIO DE LA HISTORIA QUE ACEPTE LAS “MANCHAS Y
ARRUGAS” DE LA IGLESIA
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*También quiere que se escuchen las voces ‘excluidas’ de la historia…*
Sabes que hay problemas en el horizonte cuando los modernistas piden
“renovación”....
Hace 18 horas
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