Jorge Alberto Obeid, ex gobernador de la Provincia de Santa Fe, fue terrorista. Por entonces «Comandante Cebollita», Jefe de la Columna Norte de Montoneros; y uno de sus «notables lugartenientes», fue después, su Secretario de Derechos Humanos en la Provincia, Domingo Pochettino.
Restablecida la democracia en 1983, unos dejaron de poner bombas y el otro, concluyó su carrera policial. Los tres se dedicaron a la política. Los tres en el mismo partido. El Partido Justicialista.
Los ex terroristas se enriquecieron (Y no precisamente de sus sueldos). El ex represor siguió viviendo en su modesta casa de casi toda su vida ( no realizaba actividades ilícitas que le permitieran enriquecerse, como a la mayoría de los políticos). Obeid, con todo el aparato partidario y mucha plata fue escalando posiciones en cargos políticos. Pochettino también aprendió a libar de la teta del Estado.
Facino en su San José del Rincón natal, donde vivió toda su vida, sin necesidad de ningún aparato, solo por el conocimiento que tenían sus vecinos de él, comenzó a “arrasar” en las elecciones que se realizaban en el Distrito de la Costa. Sumaba votos para el Partido Justicialista. Obeid y Pochettino no querían estar lejos de ese líder rinconero y se abrazaban y fotografiaban con Facino.
Pero llegó Kirchner a la Presidencia de la Nación y con él, toda la lacra terrorista con su falsedad histórica y revisionista de leyes y sentencias judiciales. Esto significaba mas plata y poder para las bandas marxistas enquistadas en el peronismo o camufladas en otros partidos políticos.
Entonces Obeid y Pochettino comenzaron a distanciarse y a desconocer a Mario Facino, al que se comenzaba a acusar de la represión ilegal.
Finalmente, los secuaces de estos dos terroristas, llegaron a expulsar del Partido Justicialista al que sin ninguna clase de aparato partidario ni dinero mal habido, le sumó miles de votos al peronismo.
Al ver estas fotos, Obeid y Pochettino, evocarán las estrofas de tango Margot, que dice:
“me reviente tu presencia...
pagaría por no verte...”
Orlando Agustín Gauna
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