Sr. Director:
Con sorpresa vi. en televisión un video “casero” de Jorge R. Videla realizada en la Unidad 34 del Penal del Servicio Penitenciario Federal de Campo de Mayo.
Me pregunto, porqué vulnerar las normas.
Yo no sé si el periodista Ceferino Reato en los meses de octubre de 2011 a marzo de 2012 no entendió nada de lo que pasa allí.
Desde que mi esposo se encuentra detenido en esa unidad Penitencia ese es mi segundo hogar, porque donde él está es mi hogar. Ese lugar donde se aloja es mi casa. Por consiguiente el periodista vulneró las reglas de mi casa.
Reglas que yo respeto, que mis hijos respetan, porque sabemos que está en calidad de detenido preso político y nos comportamos de acuerdo a esa condición.
Desde el momento que un militar ingresa a una Unidad Penitenciaria la cárcel se asea, se ordena, se pinta, se pregunta cuáles son las normas y los límites y se respeta al personal del servicio penitenciario.
Las familias respetamos las normas, no intentamos ingresar armas ni drogas, somos respetuosas y educadas, porque así es nuestra formación. Somos revisadas minuciosamente, como en cualquier cárcel aunque no pertenecemos al submundo delictivo ni usamos vocabulario “túmbero”.
La mayoría de nosotras somos profesionales o no, pero instruidas y educadas y nos sometemos nosotras también al rigor de la cárcel.
Campo de Mayo, Marcos Paz, Ezeiza, Bouwer Tribunales Orales Federales se han convertido en nuestro hábitat. No hablamos de shoppings, hablamos de causas y condenas.
Ese es mi mundo desde hace cinco años y el periodista Reato lo vulneró, lo violó: ¿Detrás de un fin comercial? ¿Era sólo un fenicio más? Probablemente el periodista Reato pueda ahora comprarse un auto y no usufructuar la camioneta que nosotras y nuestros amigos que nos acompañan, según sus dichos: todos conformamos un grupo de alienados, (sic), mantenemos para visitar a nuestros esposos a pesar de la lluvia, el frío, el calor o el viento. Donde cada semana llevamos ropa limpia y planchada y las cosas que les gustan y están autorizados a comer.
También viajan en esa camioneta nuestras ilusiones, nuestras tristezas y nuestras esperanzas, esperando que llegue la tan ansiada Concordia. Para que estos hombres, la mayoría muy jóvenes en los 70, (no superaban los 25/30 años de edad) y sin las responsabilidades del mando de su Comandante, regresen a sus vidas y a las nuestras.
Gabriela Parodi
gabrielaparodi@live.com.ar
¿QUÉ ES UN “ACTO HEROICO DE CARIDAD”?
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*El analfabetismo religioso contemporáneo general hace que estos conceptos
-claros para las generaciones anteriores de católicos- puedan hoy resultar
extr...
Hace 3 horas
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