"Es lamentable que no fueran nuestros nietos porque les esperaba amor y saber de dónde venían, ahora seguirán ellos en la incógnita de tener hijos cuya identidad no es clara tampoco, porque eso se hereda".
Con estas crueles palabras la Sra. Estela de Carlotto dio por concluida la feroz cacería que durante tantos años ejerciera sobre dos jóvenes. Marcela y Felipe podrán continuar con sus vidas. Sin embargo difícilmente olviden los sufrimientos causados por apremios, falsas denuncias, maliciosa mediatización de su carácter de hijos adoptivos en clara violación a los Derechos Humanos (Arts. 2 y 3 Declaración Universal y art. 11 Pacto San José de Costa Rica). La Sra. Carlotto mostró sus verdaderas intenciones cuando ante la inicial comprobación de que no eran nietos de las familias que reclamaban manifestó: “Ojalá sean hijos de otros desaparecidos”.
Utilizó todo el aparato oficial puesto a su disposición, inclusive la propia Presidente, en un inconcebible lapsus jurídico afirmó por cadena nacional que ella misma las acompañaría a reclamar ante los Organismos Internacionales de Derechos Humanos (¿?).Y hasta una complaciente jueza ordenó la extracción de muestras de ADN, en forma compulsiva, por la fuerza y en el lugar en que se encontraren, a causa de lo cual fueron arrebatados en plena vía pública.
Todo resultó inútil.
Y ahora, esta pretensa candidata al Premio Nobel de la Paz ni siquiera esboza una disculpa, todo cuanto atina a decir es que con ellos “les esperaba amor”.
¿Acaso es tanta su soberbia que la lleva a suponer tal disparate?
Por Juan Manuel Otero
Fuente: Pacificación nacional
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