En el año 1975 los argentinos vivíamos en democracia. Existía un gobierno legítimamente elegido por el pueblo, aunque por razones motivadas fundamentalmente en pujas ideológicas, gobierno y democracia estaban jaqueados por una violencia irracional de estos grupos de clara orientación marxista, antidemocráticos, dirigidos desde el exterior, que se financiaban con dinero de secuestros extorsivos y asaltos a bancos, cuya meta final no era otra que la instalación por la fuerza de una dictadura marxista castrista.
En la vereda, frente al acceso a la Comisaría, habían dejado su marca de siempre. El cuerpo sin vida del Suboficial Lorenzo ALVAREZ que había estado en el puesto de imaginaria, y otro hogar argentino destruido que se sumaba a la larga lista. Los malnacidos montoneros, como era su estilo, lo fusilaron por la espalda, un tirador ubicado en la vereda de enfrente, entre el público, sin darle posibilidad de defenderse…
Personalmente no conocí a Álvarez, pero aquel día conocí a su madre. Entre mis manos tuve sus manos temblorosas y sus lágrimas corrieron por mi rostro marcándome para siempre, para no olvidarme jamás aquella orgía de sangre y dolor desatada por un grupo de hombres y mujeres fanatizados, psicópatas asesinos, manipulados como títeres desde afuera, que a su vez arrastraron a la muerte a miles de jóvenes. Y que hoy pretenden erigirse en próceres.
Por Jesús Evaristo Scanavino
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CARTA SOBRE LA RENOVACIÓN DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
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Queridos hermanos y hermanas:
Con esta carta quisiera compartir algunos pensamientos sobre la importancia
del estudio de la historia de la Iglesia, espec...
Hace 3 días
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