Oportunamente, un conocido empresario de la salud admitió a este cronista los detalles de esa suerte de “lavado de dinero”: “La verdad es que nosotros no pusimos un peso, sólo firmamos y aportamos una serie de cheques (...) Te pagaban el 6% de lo que firmabas y te aseguraban que iban a darte la posibilidad de hacer negocios con la superintendencia (de Servicios de Salud) ¿Cómo no íbamos a entrar?".
Acto seguido, el hombre de negocios dijo la verdad más incómoda para el Gobierno: "Todo se hizo en la oficina de (Héctor) Capaccioli".
Por Christian Sanz
Fuente: Tribuna de Periodistas
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