El presidente Manuel Zelaya convocó a la ciudadanía a "una amplia consulta popular" para reformar en tres meses la Constitución de Honduras y permitir la reelección presidencial. Camino que ya recorrieron Venezuela, Bolivia y Ecuador. Al proponer esta reelección, violaba la Constitución Nacional de su país e incurría en delito.
Y nuestra Presidente Cristina Fernández de Kirchner, acostumbrada al manoseo de nuestra Carta Magna, fue a hacer el ridículo ante el mundo, pretendiendo reimponer en el gobierno de Honduras a Manuel Zelaya, destituido conforme lo establece la Constitución Nacional de su país.
Quizás el problema sea estar mal asesorada. Teniendo como Ministro de Relaciones Exteriores al terrorista Jorge Taiana, el mismo que el 4 de julio de 1975, cuando la Argentina se encontraba gobernada por autoridades electas en comicios democráticos, colocó una bomba en el Bar El Ibérico de la Capital Federal, matando a uno de los mozos y a una mujer.
Muy mal puede ejercer relaciones diplómaticas quien está acostumbrado al lenguaje de la violencia terrorista. Violencia que ejerció contra un gobierno constitucional y peronista.
Después del ridículo, volvió nuestra presidente, "con la frente marchita" y sin haberse repuesto todavía de la paliza electoral que la priva de su mayoría automática del Congreso de la Nación y la deja a ella y a la mayoreía de sus funcionarios en las puertas de la cárcel.
Mientras tanto, se forttalece el gobierno constitucional establecido en Honduras.
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