jueves, 4 de junio de 2009

Los cómplices de la trata de personas


 “Rubia de raíces negras”. Cabello platinado, ropa ajustada, con mucho escote y falda muy corta. Tratando de parecer altanera, soberbia y seductora, para disimular su pena por no tener hijos que se sientan orgullosos de ella y un esposo amante que la acompañe, preocupado por sus necesidades.

Esta mujer con más curvas que rulo de autopista, siente envidia y resentimiento por lo que cree que es la felicidad absoluta de los otros. Ignora que aquella enfermera acaba de divorciarse de su esposo que la dejó con sus tres pequeños hijos. Que hace una semana, aquel doctor perdió a su hijo de 7 años por leucemia. Que aquella otra empleada administrativa, está pensando como se van a arreglar en su casa con un sueldo menos, por que a su esposo lo echaron del trabajo. Ignora que todos tenemos problemas, unos mas graves que otros. Pero si lo supiera, igualmente sentiría envidia por los otros. A ella se le va la vida por la bragueta de los hombres, sin haber conocido el AMOR. Y mañana cuando sea “descolado mueble viejo”, despreciada en los prostíbulos, deberá seguir ganándose el pan de la única forma que le enseñaron. Pero estará tan desvalorizada que deberá rebuscárselas como “azafata de camiones”, de yira en la ruta, peleando por un cliente contra otras más jóvenes. Y cada vez más sola… Su falta de una educación adecuada y su propia historia, no le permite tener acceso a otros medios de vida.

Etiquetada como “prosti”, suele ser tratada como parte de un conjunto y no como a una persona.

Estas personas, son comercializadas como cosas útiles a las que solo se cuida para que no pierdan su valor comercial. El trato afectivo a las mismas, podría asemejarse al que un acaudalado le brinda a su personal doméstico. Varía según el carácter del empleador y del empleado.

Estas personas prostituidas, son enviadas a trabajar en diversos prostíbulos existentes en distintos puntos del país o del exterior, lugares denominados “plazas”. El tratante de blancas, se considera propietario de la persona prostituida, y en esa condición, puede venderla, regalarla y hasta puede ser “victima del robo” de la persona prostituida por parte de otro traficante. En las distintas “plazas”, las personas prostituidas, van rotando cada 15 días por término medio, para que los “clientes” tengan una amplia variedad de mujeres para satisfacer sus apetitos sexuales. Estas personas a las que ahora se pretende denominar “trabajadoras sexuales” para encubrir su explotación, también, periódicamente van rotando de “plaza” para no permanecer inactivas y a las vez, improductivas.

En algunas “plazas”, quien explota el lugar suele  brindar un “seguro” al “propietario” de la persona prostituida. Este “seguro” consiste en garantizar el pago de una suma pre acordada para el caso de que al vencer el término de explotación en su “plaza”, no pueda reintegrarle a la persona prostituida. Ya sea por que ésta se fugó o por cualquier otro motivo. Los “códigos de violencia” de los traficantes de personas, hacen que para mantener una pacífica convivencia, traten de cumplir sus acuerdos y por lo general, cuando deben hacerlo, pagan el “seguro”. La persona prostituida, puede escapar en procura de su libertad o hacerlo por expresa indicación de su explotador para que éste, alegando desconocer el hecho, se presente, vencido el plazo, a retirar a su “pupila” (persona prostituida) y al “enterarse de su fuga” exija el pago de la suma pactada como “seguro”. Investigaciones periodísticas han mostrado varias veces, como viven las personas explotadas, encerradas “bajo llave” en las distintas “plazas” descubiertas.

Cabe preguntase si las muertes de varias prostitutas en la zona de la costa del Sur de la Provincia de Buenos Aires, atribuidas a un supuesto “loco de la Ruta”, no fueron ocasionadas por dueños de “plazas” que debieron pagar el “seguro” por su fuga y al encontrarlas las asesinaron como venganza y para “ejemplo” de quienes pudieran tener intenciones de fugarse.

Estas víctimas de la explotación de la prostitución deben atender toda clase de clientes, con distintas desviaciones sexuales, por ejemplo masoquistas, sádicos, pedófilos, etc. A los riesgos propios del ambiente violento, de la violencia de sus explotadores, anteriormente tenían el peligro del contagio sífilis, pero hoy tienen el grave peligro del HIV

Pero, ¿Cómo caen en estas redes de prostitución? Los niños son raptados.

Los adolescentes pueden ser raptados o seducidos. Niñas desatendidas en su hogar, carentes del diálogo familiar y de expresiones de amor por parte de padres que trabajan muchas horas diarias para brindarles un mejor pasar económico. Otras, hijas de padres separados, deben soportar el mal trato y hasta el acoso sexual del padrastro. Por falta de muestras de afecto, buscan desesperadas cualquier cosa que se parezca al “amor”. Estas jovencitas, son fácilmente “enamoradas” y se fugan de su casa. Llevadas a una situación económica crítica, se les ofrece como única solución posible, el ejercicio de la prostitución. Si no lo aceptan, se termina obligándolas por la violencia.

Otras, leyendo un aviso en el diario que ofrece empleos en Wiskerias de Córdoba, en el Sur u otros puntos turísticos con ganancias que van de mil a dos mil quinientos pesos por día. No van a creer que en los periódicos de mayor circulación del país, se publiquen avisos ofreciendo trabajo en prostíbulos. Piensan, ilusas, que con esa plata podrán vestir ropa de “marca”, tener su “celular con cámara”, ayudar a los padres para que mamá deje de “sirvientear”. ¡Tantas cosas podría hacer con esa plata!

El contacto generalmente es un número de teléfono celular. El lugar del encuentro para la cita por el trabajo es en un lugar público (bar o Terminal de ómnibus), cosa de no poder seguirse el rastro de quienes publicaran el aviso. De allí a la desaparición en el circuito del tráfico de personas hay un solo paso. Pero como no dejarse seducir por un empleo con semejante ganancia. Si por que cumplieron los 18 años creen que saben cuidarse solas. Como van a ir a ver una oferta de trabajo acompañadas por papá y mamá. Creen que sólo será para atender a los clientes sirviéndoles bebidas. Ni sospechan que tendrán que mantener relaciones con miles de hombres, entre ellos, algún sádico.

Después, ¿cómo volver a su familia, a su barrio, a sus amistades, con su honra destruida y hasta con algún hijo de padre desconocido por ellas mismas? Como volver así, cuando habían prometido volver llenas de plata.

Ahora, se ha generalizado el rapto en la vía pública, de niñas o jóvenes. Abundan las denuncias tomadas a desgano por funcionarios policiales o con plena cortesía por inútiles funcionarios políticos. Ni unos ni otros arbitrarán las medidas necesarias para acabar con este flagelo.

¿A quién pedir ayuda? Ellas ven a sus secuestradores alternando amistosamente con policías, jueces y funcionarios políticos. La corrupción en las instituciones gubernamentales, les hace desconfiar de todos y no se animan a pedir ayuda ni a denunciar los hechos de que son victimas. Quienes deberían defenderlas y evitar que otras caigan en esas garras, son amigos de quienes las someten.

En el mes de enero de 2006, en el Barrio Barranquitas de la Ciudad de Santa Fe, la joven Romina Gamarra es obligada a subir a un automóvil y ante su secuestro, la familia realizó la denuncia identificando al secuestrador.

Ocho meses después, Romina, que estaba siendo obligada a ejercer la prostitución, logra comunicarse con su familia a través del celular de un “cliente” y brinda datos para poder ser rescatada. Sin poder confiar en las fuerzas policiales, el padre se traslada en auto hasta Santiago del Estero y espera en el lugar acordado. Romina, prisionera bajo llave, aguardaba sigilosa, que la mujer que realizaba la limpieza abriera la puerta de su cautiverio. Cuando eso ocurre, le da un empellón y escapa con otra esclava sexual, también oriunda de su barrio natal, María Cristina Ojeda. Luego hacen lo correcto, denuncian la explotación sexual, la identidad de sus captores y todos los datos de interés para una eficaz investigación. Por razones de competencia, interviene la Justicia Federal, el Juez Reinaldo Rodríguez y la entonces Fiscal y hoy Vice Gobernadora, Dra. Griselda Tessio. Y como no podía ser de otra manera, ambas jóvenes se presentaron al Juzgado Federal Nº 1 a rectificar sus dichos, auto incriminándose de falsa denuncia.

En su momento, con sendas notas a las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de la provincia de Santa Fe, las Diputadas Lucrecia Aranda (socialista) y Alicia Gutiérrez (ARI), exigían la constatación, por parte de las autoridades, de la situación de Ojeda, con datos de su domicilio actual, garantías de su libertad ambulatoria e integridad física; protección integral para Romina Gamarra y su familia, incluyendo la supervivencia económica, atención psicológica, seguridad para su vida e integridad física y la captura de los prófugos que, "no sólo permanecen en libertad, sino que parecieran seguir operando y presionando a las víctimas, a sus familias, y con influencia en medios de comunicación". Las diputadas también solicitaron una investigación de las vinculaciones que los prófugos podrían tener con redes locales e internacionales de proxenetismo y trata de personas. Gamarra y Ojeda habían denunciado a varios proxenetas de Santa Fe como responsables de su presunto secuestro y traslado a otras provincias (Santiago del Estero, Buenos Aires y Entre Ríos), donde fueron obligadas a ejercer la prostitución, con restricción severa a su libertad. "Sus denuncias demuestran la presencia de una red que, con lazos en varias provincias, estaría funcionando también en Santa Fe, y cuyo accionar tendría similitudes con comportamientos mafiosos, de presión y chantaje", afirmaban las legisladoras.

¿Cómo siguió esta historia? Es probable que el Juez Federal Reinaldo Rodríguez, la ex Fiscal Griselda Tessio o las Diputadas Aranda y Gutiérrez puedan responder este interrogante.

Lo más probable es que sigan totalmente indefensas.

Incluso, Romina Gamarra figura en los padrones y en los próximos comicios debería votar en la Mesa Nº 958 del Circuito Electoral 14, ubicada en la Escuela Primaria Nº 18 de Avda. Lopez y Planes 4151  y María Cristina Ojeda debería votar en el mismo circuito electoral, pero en la Mesa 966 ubicada en el Ministerio de la Producción de Bv. Pellegrini Nº 3100

Hace pocas semanas, pocos medios de comunicación dieron la noticia de que dos hombres, sospechando que sus respectivas hijas de 15 y 17 años estaban retenidas en contra de su voluntad por una familia de rufianes de la localidad de Rafaela, irrumpieron en la vivienda y rescataron a sus hijas. El secuestrador, persiguió a sus victimas y embistió con su auto al padre de una de ellas, causándole lesiones.

Ellas y sus familiares también estarán totalmente indefensos, presionados y amenazados por estos rufianes para que modifiquen sus declaraciones y jueces y fiscales, aceptarán que estas victimas se autoincriminen, ante el silencio y la pasividad de los que se dicen defensores de los derechos humanos.

Hasta los medios periodísticos, “olvidaron” el tema.

¿Qué harán cuanto les toque a una hija de ellos?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

SIGAN VOTANDO!
LA DEMOCRACIA ES EL PEOR CASTIGO!
NI LA PESTE HACE MÁS DAÑO QUE LA DEMOCRACIA, ASI! CON MAYUSCULA!
PLATON

Barcelonero dijo...

Andá haciendo el bolsito, Gauna. "Encontraron" los archivos

Orlando Agustín Gauna dijo...

A LOS AMIGOS
Hay unos diablillos que pretenden asustar desde el anonimato. BARCELONERO, un pobre infeliz que no se anima a dar la cara, manda este tonto comentario a mi blog.
Y DF soloundemonio, manda correos diciendo que yo estaría involucrado en la documentación que dicen haber encontrado sobre la represión.
Estas pobres ratas dejan algunos pedazos de carne podrida para ver si otra rata se arrima a comer con ellos.
La Patria no es apta para las ratas.