jueves, 26 de marzo de 2009

EMPLEADOS EN NEGRO


¿PORQUE UN MARGINADO SOCIAL?

                                                                                                                            Daniel  A. Ceresa

dceresa54@yahoo.com.ar

                Constantemente escuchamos de funcionarios públicos que existen en el país 40% o más de trabajadores en negro, están reconociendo que conviven millones de personas que están fuera del sistema.

                        Una masa de personas que no puede o no tiene registro en los esquemas formales desarrollados por la sociedad, en su mayoría tienen un documento que los identifica como ciudadanos argentinos, pero el Estado los ignora, desconoce qué hacen y dónde está su lugar de trabajo.

                        Todos saben de la existencia de miles y miles de personas, mujeres, hombres, madres, padres, niños, adolescentes, abuelos que en forma oculta y apartados de la sociedad formal, cada día o uno de cada tantos, ponen su fuerza física y mental para obtener una pobre pero digna retribución, valiosa para continuar su subsistencia y la de otros seres que constituyen su núcleo de convivencia.

                        Son personas incompletas, ciudadanos con derechos y obligaciones disminuidas, tienen un nombre, la mayoría un documento, pero son seres excluidos, especialmente para el sistema  capitalista que integramos, donde solo cuenta si tiene un CUIL o CUIT activo, con las cargas fiscales y sociales al día y tiene capacidad económica para consumir todo lo que impone el mercado, determinando muchas de las “necesidades”.

Aunque no solo los excluyen la actividad privada, sino el propio Estado que es el garante del trabajo y el tiempo transcurre sin cambios notorios.

                        Estas personas que solo trabajan cuando pueden, como pueden y en lo que encuentran, no son  los que determinan las condiciones de contratación, las determina su empleador, contratante, poca es la oportunidad de exigir la aplicación de la norma, ellos solo tienen necesidades, necesidades que solo  consisten  en subsistir, un lugar donde vivir, alimentarse, vestirse, educarse y tener acceso a los servicios que la vida urbana ofrece,  agua potable,  luz,  gas, desagües cloacales y no todos lo pueden tener o pagar por ellos, si  queda algo de ese ingreso, pensar si existe un futuro, un mañana.

                        Miles y miles de vidas que día a día se fueron integrando a una clase social que no conocían, la indigente, la pobre de la cual no saben como se subsiste y se resiste a aceptar las reglas, a transgredir la norma, a pedir, a mendigar, mantener la provisión de agua, luz, gas, teléfono, entre cortes y rehabilitaciones, sumar deudas en impuestos inmobiliarios, patentes, tasas, privaciones constantes que en otros tiempos no padecían.

                        Estas personas son las víctimas de victimarios que no les importó nada y no sólo incluye a funcionarios públicos responsables de las acciones realizadas sino a  todo un grupo de sociedad parte de empresas multinacionales y nacionales,  que  aceptó llevar adelante las políticas y objetivos determinados, que aparta de una vida digna al marginado. Al contrario algunos les gustaría que no existan, que desaparezcan y dejar de ser una demanda potencial que presiona y así tener un saldo exportable real y no surgido como parte de una demanda interna insatisfecha que en silencio esa  sociedad les reclama.

                        Es el momento de avanzar rápidamente en la búsqueda de propuestas para que todos estos habitantes sean nuevamente ciudadanos plenos de esta nación, con derechos y obligaciones al igual que un trabajador formal y que nuestra carta magna contiene que políticos y empresarios proclaman pero no reconocen y asumen todo su articulado.

                        Los porcentajes del empleo informal, contrataciones varias y microenprendimientos de contención social  son numerosas, llegan a  la mitad de la población económicamente activa si incluimos los desocupados. Pero creemos que el trabajador formal hace a la normalidad, la realidad es inversa  es el empleo informal  y si lo vemos en porcentaje de la población ampliamente sobrepasamos los veinte millones de habitantes, tenemos un sistema normativo que no contempla la realidad del país. Un conjunto de leyes, decretos y reglamentos que solo son aplicables a una minoría de la población..

                        Al decir fuera de normativas estamos expresando, sin jubilación, sin obra social, sin subsidios por desempleo, sin una LCT, higiene y seguridad,  etc...

                   Poco se hace y mucho se gasta por tratar de solucionar esta situación, que si bien la tendencia es a mejorar y la sensación que genera convence, aunque si planteamos cuando llegaremos al pleno empleo, a una retribución decente, puede que una década no alcance. Si pretendemos predecir cuando la indigencia  alcance unos pocos dígitos, nadie puede proyectar el plazo necesario para lograrlo o si se podrá lograr, aunque producimos alimentos para cientos de millones de personas.

                        La realidad es que estamos inmerso en un programa económico que consolidará en la Argentina la pobreza y adios a la clase media amplia que durante décadas fue la más numerosa y su nivel porcentual superó a todos los pueblos latinoamericanos. Según los informes del INDEC la Clase Media en 1986 representaba el 86 %, actualmente la Case Media Plena, no llega a la tercera parte del porcentual mencionado. Ya nadie menciona la clase media, solo basta ver los diarios y escuchar a los economistas, pobreza, indigencia, ricos o personas con alto poder adquisitivo, son la nueva terminología que nos estamos acostumbrando a pronunciar, de una realidad no deseada.

                        El tiempo pasa y toda mejora se sobredimensiona, pero cuantas mayores fueron callando para siempre, cada día quedan menos de esa generación que fue marginada y la realidad en que hoy estamos  pasa a ser asumida por las nuevas generaciones, consolidando una integración social diferente.

                        Nuevas reglas de vida y subsistencia se crean y sino surge los representante que con prontitud corrijan las condiciones de vida de esa parte de sociedad degradada, inseguridad, drogadicción, explotación, miseria, desintegración familiar, terminarán consolidando la transformación social en la Argentina, una nación rica que tendría que asegurarle una vida digna a su escasa población en función de la riqueza que año a año genera.

                        Millones y millones de personas merecen  ser ciudadanos Argentinos plenos, poder cumplir sus obligaciones y gozar de sus derechos, que nuestra Constitución Nacional les garantiza.

 

Fuente: Grupo de Reinserción Laboral + 45;  Boletín Informativo Nª 3 – 2007 

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