Días atrás, un grupo de facinerosos ingresó violentamente al Hospital J.M. Cullen de la ciudad de Santa Fe, agrediendo al personal del servicio médico y policial. Cuando la policía aprehendió a uno de los delincuentes, éste fue rescatado por la turba. Luego se retiraron con total impunidad.
Si la policía no tuviera las manos atadas, esto no habría ocurrido. La policía habría impedido el ingreso violento de los facinerosos con la violencia necesaria, capturando a los más exaltados y poniéndolos a disposición de la Justicia. Es inevitable que en la refriega, varios resultaran lesionados. Entonces, aparecerían los defensores a ultranza de los derechos humanos, los grupos de izquierda y políticos ansiosos de captar votos entre el malandraje. Todos ellos exigiendo el respecto absoluto de los derechos humanos de estos facinerosos y la máxima condena a los policías represores.
Si la policía no tuviera las manos atadas, esto no habría ocurrido. La policía habría impedido el ingreso violento de los facinerosos con la violencia necesaria, capturando a los más exaltados y poniéndolos a disposición de la Justicia. Es inevitable que en la refriega, varios resultaran lesionados. Entonces, aparecerían los defensores a ultranza de los derechos humanos, los grupos de izquierda y políticos ansiosos de captar votos entre el malandraje. Todos ellos exigiendo el respecto absoluto de los derechos humanos de estos facinerosos y la máxima condena a los policías represores.
Orlando Agustín Gauna
Fuente: Diario El Litoral
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