martes, 12 de febrero de 2019

Cuando los "represores" eran aplaudidos...

MITO CRIOLLO: LOS MILITARES GANARON LA BATALLA 
PERO PERDIERON LA GUERRA CULTURAL 

Los militares ganaron la batalla y "nosotros" perdimos la guerra cultural y entregamos a los militares como botín. Tengo fresca la memoria de 1978 por ser el año del mundial.
La subversión estaba vencida militar, social y culturalmente. Nadie se quejaba de "la represión" (salvo el zurdaje extremo y en Francia).
 Resultado de imagen para mundial 1978
Y no es cierto que no sabíamos lo que había pasado, como se instaló después. 
Videla miraba los partidos sin siquiera contar con la protección de un vidrio antibalas (como pocos años antes usaba Perón en sus discursos). 
Los jugadores corrían a gritarle los goles (lo que ha sido lamentablemente borrado de los videos…. Pero puede deducirse viendo, por ejemplo el festejo de Houssemann después de su gol a Perú, donde claramente corre a un costado y levanta sus brazos hacia un lugar concreto de la tribuna (allí estaba la Junta completa)). Resultado de imagen para maradona con videla
Y la tribuna aplaudía a rabiar. Ningún silbido. Y no era por miedo. La gente estaba feliz. Y en el 79 (mundial juvenil de Japón) Videla era ovacionado junto con Maradona en el Balcón. 
El gobernador militar de Santa Fe asistía a los 100 años de la Fundación de mi ciudad (Avellaneda Santa Fe 1879- 1979) y era recibido como un prócer y comía en mangas de camisa sobre tablones en medio de miles de personas... Los medios destacaban la victoria sobre la subversión.... Daba vergüenza tener un pariente montonero, erpiano o zurdo. Palabras como Firmenich, Perdía, Santucho eran vomitivas... Pero pasó el tiempo, la gente olvidó la orgía de sangre en la nos habían sumido montoneros y ERP, no se dieron algunos resultados económicos, el progre izquierdismo agazapado comenzó a salir de la madriguera (lo que publicaba la revista HUMOR respecto a los militares hubiera significado cárcel y censura en época de Alfonsín, como le pasó a Rosendo Fraga, Rouco y varios periodistas más). 
Y con la guerra de Malvinas cartón lleno: éramos tierra abonada para cualquier semilla. Aburridos como los marineros de Ulises solo nos faltaba que empiece a cantar alguna Sirena. Y apareció la “Sirena Alfonsin(a)”. 
Y entregamos la progenitura por un plato de lentejas. Todavía seguía siendo mala palabra decir Santucho o Firmenich. Pero la paciencia infinita de la pedagogía gramsciana y marxista ya tenía a los alumnos en fila dispuestos a vender su alma al diablo con tal que la maestra le prometa pasar sin estudiar. 
Y los pedagogos… Verdaderos “maestros en humanidad” (y no la Iglesia) sabían que, ventana de Overton mediante, había que ir paso a paso: 
a) Primero demonizar a todos los milicos y a la guerra subversiva. Lo que les resultó fácil porque el peligro había pasado y los Argentinos somos así. Cuando de un lado tenemos lo absolutamente malo del otro lado todos son buenos 
b) Después integrar a los malos a la sociedad. 500 montoneros fueron funcionarios de Menem, otro tanto durante Duhalde (Viviana Gorbato: “Montoneros, soldados de Menem, soldados de Duhalde?”). Nadie lo sabía. No hacían ruido. Filmus a cargo de educación. Galmarini. Prolijos empleados trabajando para la Revolución Productiva y aprovechando los beneficios del indulto… y al final… las indemnizaciones. 
c) Con Kirchner les llegó la hora. Entonces ya no se trató de demonizar el gobierno militar o incorporarse a la vida civil. Había que hacer realidad la patria socialista y “vengarse” d) Durante todo este tiempo, arrancando con Alfonsín, la izquierda ocupaba silenciosamente lugares en educación, cultura, los medios y preparaba los ingredientes y enseñaba “relatos” a los niños en las escuelas mientras los “PADRES ARGENTINOS QUE HABÍAN VIVIDO LOS 70 RECIBÍAN LECCIONES DE SUS HIJOS Y NIETOS SOBRE LO QUE HABÍA PASADO Y CALLABAN, POR COBARDES, POR CÓMODOS Y POR PELOTUDOS”. 
Y sigue pasando, como mucho imbécil que escucha que su hija disfrazada de verde le explica que un tipo con pito puede ser una mujer con un poco de “control mental”. Afortunadamente aparecieron Laje y Marquez. 
Nosotros perdimos la guerra. La democracia perdió la guerra. Militar, social y clulturalmente. 
Le entregamos el país a la subversión setentista. 

Gabriel Vénica

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