Anhela tener trabajo, una mínima capacidad de ahorro para poder vacacionar y progresar paulatinamente, además de poder brindar a sus hijos un estudio para alcanzar un futuro mejor.
Y vivir en paz y con seguridad.
Las feministas desprecian la religión y las tradiciones. Se aferran a culturas foráneas y sienten total desprecio por la vida ajena.
Consideran valiosos el aborto y las relaciones homosexuales.
Muchas se dicen peronistas y no reconocen que Juan D. Perón estaba contra el aborto. La mayoría se dice castrista y guevarista, y no reconocen que el gobierno castro comunista persigue a los homosexuales.
Las feministas se reconocen como una minoría y practican el entrismo.
Buscan embanderarse con los justos reclamos de la sociedad a la que desprecian, para aparentar ser mayoría.
Su bajeza llega a extremos insospechados.
El lunes 14 de enero, la sociedad de la Ciudad de Esperanza, conmovida por el vil asesinato de Agustina Imvinkelried, convocaba a una marcha en solidaridad y acompañamiento a la familia de la víctima.
La sociedad esperancina no sospechaba que iba a ser “usada” por las feministas. Cuando se inicia la concentración, ya era tarde. Las feministas se habían adueñado de la marcha, y como dueñas del acto, ni siquiera permitieron el uso de la palabra a un sacerdote.
La familia de la victima profesa la religión católica. Las feministas la desprecian.
Sin respetar el dolor de la familia ni las convicciones religiosas de la sociedad esperancina, las feministas gritaban “Iglesia – Estado – asunto separado”, además de consignas a favor del aborto y de la Educación Sexual Inclusiva.
Varias personas increparon a las feministas por la politización de un sincero dolor. Pero el respeto por el duelo hizo que no se produjeran incidentes.
No era un acto partidario. No había consignas partidarias.
Las feministas no concurrieron ni al sepelio de Agustina, ni a esta nueva marcha.
A ellas no les importan las victimas, solo defienden sus intereses partidarios.
Ellas están enfrentadas con una sociedad a la que desprecian.
Orlando Agustín Gauna Bracamonte
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