lunes, 3 de marzo de 2014

Vecinos de la muerte

Alto verde querido, pueblito humilde del litoral. Hoy sus vecinos, son vecinos de la muerte. A diario conviven con ella. Esa muerte que en ese lugar ya no está agazapada entre las sombras. Está a la vista de todos, en el revólver o pistola empuñada por muchachones borrachos o drogados.

Antonella Portillo fue asesinada en la primavera del año pasado, cuando estaba en la primavera de su vida. Tenía 19 años.  Un empleado municipal, Hugo Uriarte, mientras tomaba mate en casa de un vecino; fue encontrado por una “bala perdida”. La pequeña Serena, ni siquiera estaba en Alto Verde, cuando también fue encontrada por otra “bala perdida”.
Hasta los alumnos de la Escuela 95 “Simón de Iriondo”, como en la colimba, son instruidos por el personal docente, en el “cuerpo a tierra”, para protegerse de los continuos disparos de armas de fuego.
Los jóvenes criminales pasan sus horas sobre el terraplén de la manzana 2 o en el semiderruido edificio donde funcionaba el CAF. Desde allí exhiben sus armas y hacen demostraciones de su funcionamiento disparando a doquier. Pero no disparan al aire, lo hacen contra las personas o contra las viviendas. 
El escaso personal policial de la zona, no tiene las mínimas garantías para actuar. Enfrentar a estos pistoleros será motivo de que los acusen de “gatillo fácil” y los testigos que pueden defenderlos, callarán. 
Refuerzos, tardan una eternidad en llegar al lugar por esas calles intransitables.

La clase política, desde el Intendente, hasta los Ministros de Seguridad y de Gobierno, incapaces de solucionar el grave problema de inseguridad en la provincia, en la Ciudad y en el distrito costero, nos atosigan de promesas incumplidas y discursos que no calman la violencia. 
Acaso hasta ignoran que el “Zurdo“, no es un tipo derecho, por el contrario, es uno de los principales distribuidores de droga del distrito. 
Mientras tanto, el número de asesinados, aumenta todos los días.

Orlando Agustín Gauna Bracamonte

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