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Los grupos de izquierda se han caracterizado por ser cosmopolitas y ateos.
La Internacional socialista es un claro ejemplo de su doctrina cosmopolita.
Su ateísmo se manifiesta en la persecución religiosa, el ataque sistemático a la Iglesia Católica y a los valores que ésta defiende.
En nuestro país, en su momento se manifestó descaradamente en el ataque y persecución contra Monseñor Antonio Baseotto y a quienes tuvieron el coraje cívico y cristiano de defenderlo, lo que sacó del anonimato a la Señora Cecilia Pando y su esposo, dos víctimas de esta persecución.
Pero ese ateísmo desaparece cuando se les presenta como un futuro inmediato el punto final de la vida terrenal.
Hugo Chávez, hace pocos meses vio que el final de sus días ya estaba muy cercano. Entonces comenzó a acordarse de Dios y de la Virgen María.
Levantando banderas de odio, pedía a un Dios de Amor, que prolongara su vida terrenal.
Su actitud solo puede definirse como miedo a la muerte.
Al igual que el sanguinario Ernesto “Che” Guevara, quien se deleitaba pegando el tiro de gracia a quienes ordenaba fusilar, al verse próximo a la muerte, ensuciándose en los pantalones, pidió por su vida, argumentando: “No me maten, valgo más vivo que muerto”.
Y entre tanta cobardía, no podía faltar la hipocresía.
La Presidente, Cristina Kirchner, ausente sin aviso ante la tragedia ferroviaria de Once, donde la corrupción y negligencia causaron la muerte de 51 argentinos; abandonó rápidamente sus funciones al frente del país, para partir de modo raudo a las exequias de su cómplice (los delincuentes no tienen amigos, tiene cómplices).
Lamentará no recibir más valijas con dólares para sus campañas electorales. Hoy Chávez ha muerto, mañana su cuerpo será cenizas. Ha quedado convertido en nada, como también quedó en la nada el tan anunciado gaseoducto Venezuela – Brasil – Argentina.
Los paladines de la mentira, viven entre el miedo y la hipocresía.
Orlando Agustín Gauna Bracamonte
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