Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oir que oiga.
El criminal hecho se produjo en la intersección de calles Rawson y Junín, de la Ciudad de Rosario el 12 de setiembre de 1976.
Tras tareas de inteligencia previa, la banda terrorista Montoneros, sabía que por el lugar pasaría un colectivo policial con personal que terminaba de cubrir servicio en un estadio de futbol.
A su paso se hizo estallar un coche bomba que provocó la muerte de 9 jóvenes agentes policiales, y graves heridas al resto del personal que iban en el colectivo. El atentado también causó la muerte de un matrimonio que transitaba por el lugar.
Nunca se había cometido un atentado criminal de tamaña magnitud en nuestra provincia; sin embargo, ni las autoridades nacionales, provinciales ni municipales, se dignan en recordarlo.
Tampoco lo hacen los organismos que dicen defender los derechos humanos.
No les interesa expresar su repudio a semejante criminalidad.
Acaso prefieren que este hecho se entierre en el olvido para que no trasciendan las identidades de quien preparó el explosivo, ni de quien realizó las tareas de inteligencia previa, cuyos nombres los hemos visto reiteradas veces en las boletas electorales en estos últimos años.
Es solo un reducido grupo de personas, familiares, camaradas y amigos de las víctimas, los que todos los años se reúnen en el lugar del hecho, junto al muro que recuerda a las víctimas, para homenajear a los caídos y repudiar el criminal atentado, mientras relatan la otra historia, la verdadera historia.
Orlando Agustín Gauna Bracamonte
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