Cuando hice el servicio militar, aprendí el
manejo y uso de los explosivos.
Años después, cuando los "jóvenes
idealistas" ponían bombas a diestra y siniestra, temiendo por mi familia,
hice un curso sobre explosivos. Si a los montoneros o erpianos se les daba por
dejarme una bomba en la puerta de mi casa, ya tenía conocimientos suficientes
como para intentar desactivarla o salir corriendo, según aconsejaran las
circunstancias. Gracias a Dios nunca me hicieron tan despreciable obsequio.
Pero sin ser un "ingeniero" en
explosivos tengo conocimientos suficientes para afirmar que el atentado del 17
de marzo de 1992, a las 14,47 horas, en la sede de la embajada Israelí en
nuestro país, no fue causado por ningún coche bomba. El explosivo detonó en el
interior de la embajada y no cualquiera entra al interior de la embajada
Israelí y coloca suficientes explosivos como para provocar la destrucción que
se causó. Es evidente que se colocó una importante cantidad de material
explosivo o se colocó una mínima cantidad en las proximidades del polvorín
(arsenal) de la embajada.
Hoy, los adelantos tecnológicos, nos permiten
ver inmediatamente por TV los distintos atentados terroristas que se cometen en
el mundo. Ningún coche bomba, en la historia del terrorismo, ha causado los
daños materiales que sufrió la embajada Israelí.
Si se observan las fotografías del atentado
se ve claramente que la pared del frente cayó
sobre la calle. La explosión fue
adentro.
¿Por qué los autores esperaron que la
embajada estuviera vacía para realizar el atentado si un centenar de
personalidades judías habían sido recibidas horas antes con bombos y platillos
en ese mismo recinto? En la embajada de Israel se tuvo “cuidado” para no
dañar ninguna de las 100 personalidades que antes del ataque discutían sobre
Medio Oriente, solo cayeron bolivianos, argentinos y diplomáticos sin rango.
Ni bien conocido el hecho, el Presidente Menem
le ordena al ministro de interior Manzano: "que vaya al lugar con expertos
en explosivos de la Policía Federal/Bomberos para hacer una determinación
preliminar del lugar donde se produjo la explosión y recoger muestras para
determinar el tipo y cantidad del explosivo usado, antes de que las tareas de
rescate modificaran el escenario del hecho".
La conclusión preliminar de los expertos de bomberos fue que la explosión había sido en el interior del edificio.
Horas más tarde en una conferencia de prensa en la Casa de Gobierno, Menem se apoyó en esta determinación preliminar y les dijo a los periodistas: "...hay 2 versiones circulando, una dice que fue un coche-bomba (en realidad los únicos que lo decían eran los israelíes de la embajada) y otra que fue una explosión interior, yo me inclino por la segunda. A la mañana descargaron bolsas de materiales para la construcción y entre estos podrían haberse introducido los explosivos.. ."(sic).
Que esto fue exactamente así surge de un minucioso y completo artículo publicado al otro día en el número especial de la Revista Gente dedicado al atentado, por su Secretario de Redacción a la época, el periodista José Antonio Díaz. Escrito y publicado en caliente es una fotografía de lo que vio y escuchó en el lugar.
La conclusión preliminar de los expertos de bomberos fue que la explosión había sido en el interior del edificio.
Horas más tarde en una conferencia de prensa en la Casa de Gobierno, Menem se apoyó en esta determinación preliminar y les dijo a los periodistas: "...hay 2 versiones circulando, una dice que fue un coche-bomba (en realidad los únicos que lo decían eran los israelíes de la embajada) y otra que fue una explosión interior, yo me inclino por la segunda. A la mañana descargaron bolsas de materiales para la construcción y entre estos podrían haberse introducido los explosivos.. ."(sic).
Que esto fue exactamente así surge de un minucioso y completo artículo publicado al otro día en el número especial de la Revista Gente dedicado al atentado, por su Secretario de Redacción a la época, el periodista José Antonio Díaz. Escrito y publicado en caliente es una fotografía de lo que vio y escuchó en el lugar.
El sábado 21 La Nación publica un pequeño artículo
titulado: "¿Cráter?", donde señala la imposibilidad hasta ahí de
encontrar algo que se pareciera a un cráter siquiera y el domingo 22 en otro
art. del periodista Rafael Saralegui (hijo) , dice éste textual entre otras
cosas: "...ninguno de los periodistas de La Nación destacados en el lugar
(unos 12) han podido encontrar el cráter que habría dejado la explosión
anunciado el miércoles pasado por el ministro Manzano...".
Años después, el periodista Dante López Foresi
escribió: Un voluntario se acercó a mí en uno de los cortes y cuando ya no estaba
en el aire de ATC y mientras esperaba mi próxima salida. En su mano tenía un
palo...un trozo de madera. Me llevó hasta el supuesto cráter que la supuesta
camioneta-bomba Ford F-100 había dejado. “¿¿Eso te parece un cráter??”- me
preguntó de manera airada. Aunque sea materia opinable y la Justicia haya
determinado que tenía 1 metro y medio de profundidad, debo decir que el sentido
común me sigue indicando –a quince años del atentado- que lo que vi no era un cráter.
Semejante explosión no pudo haber dejado una marca en el asfalto de tan escasa
profundidad. Lo que vi no era un metro y medio ni mucho menos…
. Este voluntario –de quién no sé su nombre y
a quien jamás volví a ver- no era el “cráter” lo único que quería mostrarme.
Había visto y escuchado mi último informe por ATC y se acercó a mi decidido a
presentarme pruebas. Me tomó del brazo pidiéndome “acompañame por favor”.
Me llevó hasta donde –según se decía- se
encontraban los primeros subsuelos de la embajada. Se encontraba en
sentido opuesto a la pequeña sala que había sido improvisada como “centro de
operaciones” de los amateurs rescatistas voluntarios en una edificación lindera
con la embajada. Me llevaba del brazo hacia la zona de la embajada más cercana
a la calle Suipacha. Una versión circulaba insistentemente: debajo del sitio
exacto donde nos dirigíamos habría algo que el gobierno israelí no estaría
dispuesto a mostrar al público y que deseaba esconder celosamente. Y recordemos
que el terreno de una embajada es considerado diplomáticamente como territorio
del país al cual representa. Una guardia numerosa de la Policía federal nos
impedía a los periodistas o voluntarios llegar hasta la zona. Recordemos que
las labores de rescate estaban suspendidas por órdenes del embajador Itzhak
Sheffi ¡A pocas horas de ocurrido el atentado!. Los agentes de Mossad (servicio
de
inteligencia de Israel) ya estaban en el país. Todo era terriblemente
desconcertante y confuso y, reitero, era la primera experiencia argentina en
atentados de semejante magnitud. El muchacho que me guió, que no llegaba a los
30 años, golpeó 3 veces en el suelo (suelo argentino...a centímetros del suelo
considerado como israelí) con ese trozo de madera. Y escuchamos, solo él y yo,
como desde las profundidades nos devolvían el mismo código de comunicación:
“TOC..TOC...TOC...”. Era la prueba de que aún quedaban sobrevivientes.
Inmediatamente corrí al móvil de exteriores de ATC y pedí que me dejaran salir
al aire de manera urgente. Mi intención era hacer público mi descubrimiento o,
mejor dicho, el descubrimiento de ese voluntario anónimo. Es más. Todos los
voluntarios insistían ante los cronistas que había sobrevivientes y era un
verdadero crimen suspender las tareas de rescate. Desde el canal me dijeron:
“Esperá Dante...ya viene Daniel (Mendoza) y contale a él”.
La respuesta de Daniel fue: “Todavía no digas
nada...esperá”. Esperé una eternidad. Seguramente fueron pocos minutos, ya que
Daniel estaba aprovechando una tanda publicitaria para...¿para qué?. Pero sentí
esos minutos como una vida entera cargada de ansiedad. Y lo noté a Daniel tan
ansioso como yo por dar a conocer esa información lo antes posible. No
olvidemos que Daniel Mendoza fue uno de los mejores (sino el mejor) cronista de
Argentina. La distancia de los años me impide recordar detalles, como el tiempo
que demoró una voz desde el canal a través del móvil de exteriores en decirme:
“Dante...ni se te ocurra decir todavía lo que viste o escuchaste...después
Daniel te va a explicar”. “¡¡Pero van a dejar morir a personas...no sean hijos
de puta!!”- grité. La respuesta fue un “quedate tranquilo”, y después...el
silencio.
¿Qué querían impedir que se viera o
encontrara?
Pocos días después, Itzhak Sheffi fue reemplazado por el embajador Itzhak
Aviran quien mantuvo la suspensión
de la remoción de los escombros y la prohibición de pasar el cerco perimetral a
periodistas y curiosos. ¿Qué ocultaban? ¿Por qué reemplazaron al Embajador?
El Ministro del
Interior, José Luis Manzano a pocos días del atentado, sólo atinó a cajonear la
investigación y asegurar que la explosión había sido producto de un coche
bomba: una Ford F-100 cargada con Exógeno C-4. Lo único real era el explosivo,
la camioneta no existía. También se mencionó una Traffic.
La única testigo de
haber visto la dichosa camioneta Traffic (No Ford F 100), Nicolasa Romero, se
desdijo ante el Tribunal Federal Oral Nº 3 y confesó que la Policía Federal
-para la que trabajaba- le había dado letra para hablar de la Traffic.
Hace un año Itzhak
Aviran, embajador de ese país en la Argentina entre 1993 y 2000, afirmó que los responsables de los atentados en la Argentina contra la Embajada de Israel y la
AMIA fueron eliminados por Israel (http://www.diariopopular.com.ar/notas/179734-israel-habria-eliminado-los-autores-los-atentados)
"La
gran mayoría de los culpables ya está en el otro mundo y eso lo hicimos nosotros", fue la sorprendente revelación que realizó
Aviran, en declaraciones vertidas durante una entrevista con la Agencia Judía
de Noticias (AJN).
Orlando Agustín Gauna Bracamonte
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