jueves, 2 de agosto de 2012

Otilia Acuña y sus amigos en el juicio a Luis Gil

Al ingresar al Tribunal Federal Oral de Santa Fe, observo un cartelito que transcribe el Artículo 369 del Código Procesal Penal de la Nación, referido a las obligaciones de los asistentes:
Las personas que asistan a la audiencia deberán permanecer respetuosamente y en silencio; no podrán llevar armas y otras cosas aptas para molestar u ofender, ni adoptar una conducta intimidatoria, provocativa o contraria al orden y decoro debidos, ni producir disturbios o manifestar de cualquier modo opiniones o sentimientos.
Eso significa que no podré lucir mi campera con la inscripción “¿POR QUÉ ASESINABAN LOS MONTONEROS?”.
Esa leyenda, además de una pregunta a los que claman VERDAD, MEMORIA Y JUSTICIA, es una manifestación de mis sentimientos hacia los montoneros y demás grupos terroristas que asesinaron entre tantos miles, a mi amigo el Oficial Ernesto Jesús Olivera.


No voy a guardar a mi campera impresa. La usaré en mi vida diaria.
Me piden dejar el celular apagado, a la entrada de la sala donde se ubica el público para asistir a la audiencia pública del juicio que se le sigue a Juan José Luis Gil.
No se me requisa.
Hacerlo, implicaría hacerlo también con los simpatizantes de los grupos terroristas, que en condición de “luchadores de los derechos humanos”, asisten.
Es la primera vez que asisto a un juicio oral y público. Me ubico al lado de la esposa del imputado, la que está acompañada por su hijo.
A mi izquierda y a nuestras espaldas se encuentran los que simpatizan con los acusadores. Estamos en la primera fila.
Unas cuatro o cinco butacas a mi izquierda, está sentada Otilia Acuña de Elías. Nos conocemos desde fines de la década del `60, cuando yo y el “Gordo” Raúl Bassaga, éramos sumariantes de la Comisaría de Santa Rosa de Lima, la que estaba a la vuelta de la casa de Otilia. La miro para saludarla, pero ella no me mira y temo insistir en mirarla para saludarla, no vaya a ser que se sienta intimidada por mi mirada.
Ella es la primera violadora del Artículo 369 del Código Procesal Penal de la Nación. Usa un pañuelo que la identifica como perteneciente a las “Madres de Plaza de Mayo”.
Si, la de los “sueños Compartidos”.
Otilia es la mamá de Nilda Elías, la militante de la banda terrorista Montoneros, la banda que asesinó a mi amigo Olivera.
Su pañuelo molesta. Simboliza el panegírico a integrantes de la banda que asesinó a mi amigo. Amigo al que Otilia también debe haber conocido, por que trabajó en la la Comisaría que está a la vuelta de su casa. Sobre la misma manzana.
Otilia, engañada, seducida o inculcada por simpatizantes de los terroristas, quiere hacer aparecer a su hija como víctima de la dictadura.
Como que fue asesinada por la dictadura.
Otilia, ofende la memoria de su hija.
Nilda, al contrario de Firmenich o Perdía, no sobrevivió ni se enriqueció.
Ella era una verdadera militante, cuyas ideas por supuesto no comparto. Ella pretendía instaurar una dictadura comunista en nuestra patria. Yo amo la libertad.
Pero siendo mujer, Nilda tuvo más cojones que el “Che” Guevara.
El “Che”, que se deleitaba dando el tiro de gracia a los prisioneros que ordenaba fusilar en la Cuba comunista, cuando se vio herido y capturado, se ensució en los pantalones pidiendo que no lo maten, diciendo que valía más vivo que muerto.
Nilda ni se entregó ni pidió por su vida.
Peleó hasta el final.
Con lo que tenía. Hasta con granadas de guerra.
Así murió.
Así la deberían recordar los que dicen haberla amado. No como a una pobre infeliz asesinada por la dictadura.
Pero ese es el negocio…
Otilia conoció al “Negro” Ortiz, el Agente que también trabajaba en la Comisaria de su Barrio.
Él me contó con lujo de detalles el enfrentamiento en que murió Nilda en su propia casa.
Y volviendo al juicio oral y público.
Otilia y la mayoría de los que la acompañaban llevaban pequeñas pancartas con fotografías que presumo serían de terroristas muertos o “desaparecidos”.
La jovencita que estaba sentada a mi costado izquierdo llevaba una pancarta con la foto y el nombre de Maria Alejandra Niklison. Una terrorista de la banda montoneros, que fue capturada 24 horas después del copamiento de la localidad de San Gerónimo, junto a su pareja, cuyo nombre no recuerdo. El hecho ocurrió en julio de 1971. En el lugar no se olvidaron de asaltar el banco.
Después habrá sido indultada y como todos ellos, siguió en el terrorismo, hasta su desaparición. Fotos de terroristas que pertenecieron a la banda criminal que asesinó a mi amigo Olivera. Fotos que molestan y ofenden.
Luego, al finalizar cada testimonio contra el imputado, los acompañantes de Otilia aplaudían.
No guardaban silencio y manifestaban con el aplauso sus sentimientos y opiniones.
Cabe esperar que el Tribunal no permita nunca mas estos excesos.

SERÁ JUSTICIA

Orlando Agustín Gauna

1 comentario:

Andrea Palomas Alarcón dijo...

Impresionante tu comentario y muy ajustado a lo que ocurre. No existe la Justicia en nuestro país, ellos pueden ir con pañuelos, con pancartas, con banderas, el art. del CPP sólo se aplica a los que recordamos a los muertos. Quieren silenciar la sangre inocente.
No importa cuanto deseen reescribir la historia, la verdad se sobrepone y se impone.
Estas ratas sólo buscan dinero por sus hijos muertos. No les importan sus ideales, por equivocados que fueren. Lo interesante es que en esta novela, ellos no serán los que escriban el último capítulo.