martes, 29 de diciembre de 2009

La bronca de un soldado

ME ARREPENTÍ

Hoy es el Día de los Inocentes. Es por ello que lo elegí para escribir estas líneas porque, aunque tarde, me dado cuenta que he sido un estúpido inocente.

El amor a la Patria me impulsó a seguir la carrera militar, a combatir al terrorismo subversivo y a participar en la recuperación de las Islas Malvinas. En ambas guerras fui gravemente herido y por ambas guerras terminé convertido en genocida violador de los derechos humanos, siendo merecedor del repudio por parte de la misma sociedad que me pedía a gritos que hiciera algo para erradicar el peligro de las bombas, los secuestros y los asesinatos y me alentaba a luchar contra el usurpador inglés.

Desparecido el peligro terrorista y habiendo sido derrotado en Malvinas, apareció el repudio social. Aquellos, a los que nada les importó, en tanto y en cuanto les devolviéramos su tranquilidad y la gloria, fueron los primeros en pedir las cabezas de quienes dieron todo de sí para lograrlo, sumándose a la chusma rencorosa y hoy esperan que algún juez decida armar una causa para privarlos de su libertad, tal como ha sucedido y sucede con casi 700 camaradas que se encuentran ilegal e ilegítimamente privados de las suyas, por decisiones de un poder político corrupto y violento y de jueces federales que, renegando al sagrado cumplimiento del deber, cometen nada menos que 31 aberraciones jurídicas para mantenerlos en las mazmorras del régimen. Otros 88 han muerto en cautiverio como consecuencia del abandono, la indiferencia y la ausencia absoluta de un adecuado sistema de salud.


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