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De pronto... la explosión y la muerte. Un coche bomba accionado por control remoto explota, sembrando dolor y muerte.
Murieron nueve policías y hubo más de doce heridos, muchos mutilados de por vida.
El atentado era contra ellos, por el solo hecho de vestir el uniforme policial. Pero también hubo “víctimas colaterales” como les gusta decir a estos genocidas para justificar la muerte de personas ajenas a sus intenciones homicidas. A raíz del atentado murieron una inocente ama de casa y un fotógrafo.
Orlando Agustín Gauna
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