A partir de entonces, la suerte de Cappella ha mostrado superar la de cualquier otro mortal. A pesar de haberse visto filmado con un arma de fuego y de tener antecedentes penales gravísimos, nunca fue detenido. Peor aún, jamás le fue rescindido el contrato que ostenta con la Obra Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (1).
¿Por qué semejante protección a un personaje de la calaña de Cappella? ¿Quién o quiénes han presionado al juez para que no lo detuviera?
El juez Otero parece burlarse de la sociedad en su resolución: “No está acreditado que Cappella hubiera portado un arma, pues simplemente no existe un solo dato objetivo que, de momento, permita afirmar tal hipótesis”.
(1) Se ha demostrado que Cappella cobra sin haberse presentado a trabajar jamás.
Por Christian Sanz
Fuente: Tribuna de Periodistas
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