Nathanael Montilla Soto, Activista De Los Derechos Humanos De la Universidad Pedagógica UPEL ARAGUA: El silencio de la izquierda ante María Corina Machado: la derrota moral del progresismo
La historia, a veces, tiene un sentido del humor cruel.
Durante décadas, la izquierda progresista se presentó como la guardiana exclusiva de los derechos humanos, la libertad y la justicia social. Creó una religión laica de la virtud, con sus santos, sus mártires y sus inquisidores. Hoy, esa misma izquierda calla —o peor, ataca— a una mujer que encarna, más que nadie, el valor, la dignidad y la resistencia frente al totalitarismo: María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025.
No es un silencio casual. Es un silencio culposo, casi teológico, que nace de la vergüenza de verse desnudos ante el espejo de su hipocresía.
El fin del monopolio moral
Durante mucho tiempo, el progresismo creyó tener el monopolio del bien.
Creyó que la defensa de los pobres, de las mujeres y de los oprimidos era patrimonio exclusivo de una sensibilidad política. Pero la historia es una vieja ironista: fue una mujer liberal, de derecha democrática, quien desafió sola una tiranía de narcotraficantes y militares corruptos, y lo hizo sin disparar un solo tiro.
Ese gesto, profundamente ético, arrastra al suelo toda la mitología del izquierdismo moralista, porque demuestra que la libertad no es ideología, sino carácter.
El feminismo que no necesitan las consignas
Machado ha humillado, con su sola existencia, al feminismo de eslogan y pancarta.
No pidió cuotas ni privilegios: se ganó su lugar con inteligencia, temple y sacrificio.
No se vistió con el dogma, sino con la coherencia.
Por eso las feministas del mundo callan.
Porque la verdadera mujer libre les resulta insoportable: no la pueden dirigir, no la pueden manipular, y menos aún usar como bandera para su ideología.
El espejo roto de la izquierda
El chavismo fue el último gran mito revolucionario. Un mito alimentado por intelectuales, burócratas internacionales y oenegés que confundieron el hambre con la justicia y la miseria con la igualdad.
Hoy ese mito se derrumba, y lo hace con la fuerza simbólica de un Nobel.
El reconocimiento a María Corina Machado es el certificado de defunción del socialismo latinoamericano, y por extensión, de toda una generación de ilusiones progresistas que justificaron el horror con tal de preservar el relato.
El premio a Machado no es solo un acto de justicia: es una reivindicación de los valores occidentales que el progresismo ha intentado desfigurar.
Porque la libertad individual, la democracia representativa y el coraje moral no son vestigios del pasado, sino el corazón mismo de la civilización.
El Nobel, en este caso, no se le ha dado a una ideología: se le ha devuelto a la conciencia.
Conclusión: el fin de una impostura
La izquierda no celebra a María Corina Machado porque ella representa su derrota más temida: la derrota moral.
Ella ha probado que se puede ser de derecha y defender la justicia, ser liberal y sacrificarse por los pobres, ser mujer y no rendir culto al resentimiento.
Su victoria es la resurrección del honor, y su Nobel, el renacimiento de la verdad en medio del cinismo político global.
Y quizás por eso callan: porque saben que, con este premio, ya no hay lugar para su impostura moral.
La libertad —esa palabra vieja, casi olvidada— ha vuelto a tener un rostro, y es el de una mujer venezolana que se negó a inclinar la cabeza.
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