Alfonsín defendió las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida en ese contexto. Dijo que “no fueron leyes de impunidad”. En su visión, la primera “aceleró los procesos” y la segunda, que dijo haber apoyado y tener “la conciencia tranquila” por ello, porque “había que consolidar la democracia y los derechos humanos hacia adelante. Hicimos lo que había que hacer, juzgar a los máximos responsables pero establecimos un límite”, sostuvo.
Por Guido Braslavsky
Fuente: Clarín
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