Su discurso político en contra de los grupos concentrados como el diario Clarín, rascaba pero no donde picaba realmente.
Se manejó como lo hacen todas las personalidades autoritarias: fue duro con los débiles (la Iglesia y el Ejercito que están capa caída en Argentina y los funcionarios públicos: jueces, ministros y secretarios de Estado) y débil con los fuertes (grupos financieros, lobbies comunitarios poderosos en Argentina). Recuerdo un cartel emblemático pintado en el paredón del Policlínico Bancario: "Kirchner se pelea siempre con la Iglesia, nunca con los judíos".
Por Alberto Buela
Leer mas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario